Cueva de las Manos
Los más famosos aleros con dibujos prehistóricos de la Argentina están acá, en el valle del Río Pinturas. Para conocer estas espectaculares cuevas te recomendamos hacer base en la cercana localidad de Perito Moreno.
Cueva de las Manos - Su geografía
El Río Pinturas nace de aguas de manantiales y del deshielo de las nieves eternas del Mte. Zeballos en la gran meseta del Lago Buenos Aires. Recorre, en dirección este, la solitaria estepa patagónica y en las cercanías de la meseta de Sumich penetra en una profunda falla geológica erosionada durante miles de años por un enorme glaciar que ocupaba el actual valle de los lagos Pueyrredón y Posadas. Luego de atravesar más de 150 kms de agreste estepa y altísimos farrallones, hábitat natural de pumas y cóndores, este humilde río desemboca en el Río Deseado.
Sus antiguos habitantes
La Cueva de las Manos fue ocupada hace once mil años en forma esporádica por grupos pretehuelches de características seminómades y dedicados a la caza y a la recolección. Su principal fuente de alimento fue el guanaco y por esta razón el más representado en su arte. Con el transcurrir del tiempo pasó a ser un espacio ritual, un verdadero santuario. Sus campamentos se ubicaban en el fondo del valle, cerca del río, y sus predios de caza se encontraban en las pampas altas que rodean al valle. Conocían el fuego y usaban el arco, la flecha y el lazo para cazar guanacos y ñandúes.
Su arte
Las pinturas rupestres se encuentran en cuevas, aleros y farallones del Río Pinturas y debe su nombre a las 829 manos pintadas, en negativo en su mayoría. Utilizaban para esto un hueso ahuecado de ñandú por el que soplaban a modo de spray sobre su mano izquierda apoyada sobre la roca. La pintura la fabricaban combinando pigmentos autóctonos con yeso para lograr adherencia.
Los especialistas distinguen tres tipos estilísticos. El más antiguo, data de 9500 años, corresponde a la cultura Toldense y está representado por los negativos de manos, escenas y cercos de caza con lazos, rituales y manadas de guanacos. El estilo es dinámico y natural, y los colores predominantes son el negro, el ocre, el amarillo, el rojo claro y el verde.
El segundo grupo estilístico, que va de 7000 a 3000 años atrás, corresponde a las culturas Toldense Transicional y Patagoniense Acerámica y está representado también por manos negativas, por grupos de guanacas preñados y algunos anfibios y ñandués, y cobra importancia las figuras felinas. Se incorpora el color blanco y predominan los rojos. Gracias a estudios realizados por arqueólogos del CONICET se pudo comprobar que este fue un período de gran sequía que obligo a las manadas de guanacos a emigrar en busca de mejores pasturas. Esta escasez de piezas de caza, incitó a los artistas a pintar las guanacas a modo de rogativa.
El último grupo, de 2500 años, corresponde a la cultura Patagoniense (antecesores de los tehuelches) y es el menos representado en las cuevas y de menor valor estético. Está representado por un verdadero compendio de enigmas: figuras humanas, manos esquemáticas, figura geométricas, círculos concéntricos, líneas en zigzag, todas en un rojo vibrante. Hace 2.500 años se dejó de pintar en las cuevas: ya los tehuelches no las habitaban, ni transitaban la zona del Río Pinturas que consideraban según sus tradiciones como el "País del Diablo".