4 conversaciones. Viendo del 1 al 4 1
El sábado 7 de Julio del 2001 bien tempranito, a las cuatro de la mañana pase a buscar a mis amigos y pusimos proa a San Rafael. Los casi 1000 km. que teníamos por delante nos iban a demandar unas 10 u 11 horas de viaje, así que nos acomodamos con la idea de pasar unas cuantas horas arriba del auto.Llevábamos comida y bebida preparada, así que las paradas eran para estirar las piernas o ir al baño y cargar gas oil. Y fiel a mi costumbre, puse un pié en cada provincia por la que pasé. Paré en Chacabuco y Gral. Villegas (Buenos Aires), Realicó (La Pampa), Unión (San Luis) y Gral. Alvear (Mendoza) donde almorzamos las cosas que traíamos.Llegamos a San Rafael como a las tres de la tarde y tras averiguar el estado del tiempo en la montaña, nos fuimos a Valle Grande, en la precordillera mendocina, antesala del cañón del Atuel y más al suroeste del cordón de Las Leñas.Llegamos a un camping muy lindo llamado Ayum Elum, al pie de los cerros y pegado al río Atuel (baratísimo: $ 2 por persona la noche y $ 5 la carpa una sola vez). Dejamos las cosas en el camping a cargo de los cuidadores porque queríamos disfrutar de lo que quedaba del día paseando por el cañón del Atuel, pero el dueño del camping nos recomendó que fuéramos al otro día temprano, pues a esa hora se podía apreciar y disfrutar el cañon.Entonces nos fuimos al dique Valle Grande, tras recorrer un camino lleno de curvas, pegadito a la montaña que bordea el río Atuel, apareció el dique en todo su esplendor, una pared impresionante de no se cuantos pero sí muchos metros de altura. Tomamos una camino que serpenteaba hacia arriba, bastante empinado y tras pasar por dos túneles horadados en la roca viva nos encontramos sobre la pared del dique. Si viendo de abajo el dique impresiona, la vista desde arriba hacia el cauce del río, sencillamente estremece.Nos quedamos allí, en comunión con la naturaleza y con el creador de la misma, viendo las maravillas que la luz del sol del atardecer bañaba de tonos dorados. ¡Qué bellezas hay en este mundo!, hasta que el sol nos despidió y tras levantar una oración de gratitud por el viaje sin problemas y por el sábado regalado, nos fuimos al camping a armar la carpa y comprar lo necesario para la cena (la proveeduría del camping está bastante completa y a unos 3 km. hay un almacén en la ruta atendido por un viejito muy simpático que tiene todo lo que se necesita, sino San Rafael queda a unos 27 km.).Muy pronto armamos la carpa y estabamos todos acomodados junto al fuego cenando arroz con queso fresco. A eso de las 11 pintó el sueño y a dormir.Al otro día a las 8, nos levantamos y después de lavarnos y desayunar nos fuimos al Cañon del Atuel, un paseo impresionante. Miren que yo manejé por las altas cumbres en córdoba, por los valles cachaquíes, por los cerros del Tafí, pero nunca había manejado en la parte central de la cordillera, me extasió.Alturas impresionantes, cerros elevadísimos, curvas y contracurvas cerradísimas, precipicios gigantescos, murallones de roca que parece que se te van a caer encima y tras cada curva paisajes que te dejan con la boca abierta. Los colores de la montañas son increíbles; verdes, rojos, azules, violetas, amarillos, lilas, celestes, blancos y negros combinados de las formas más caprichosas que se puedan imaginar pero con una armonía y una belleza indescriptible. Solo pueden comprenderlo en toda su inmensidad si lo ven. Y yo no podía creer que estaba allí, manejando mi auto por ese camino. Sencillamente impresionante. Tras recorrer 50 km. de esa belleza, gastando fotos a lo loco, llegamos al pueblito de El NIhuil. Un montón de casitas en la cima de la montaña, allí almorzamos unas buenísimas empanadas mendocinas mientras seguíamos comentando las bellezas vistas.Tras el almuerzo, recorrimos los 140 km. que quedaban para llegar al valle de Las Leñas. A medida que te vas acercando, la vista de la cordillera de los Andes te estremece, las montañas altísimas, azules y con más de la mitad de las mismas cubiertas de nieve.Los últimos 40 km. de recorrido son ascendiendo los cerros hasta Las Leñas que está a unos 3000 mts. snm.Las paredes a tu lado se hacen cada vez más altas y los precipicios cada vez más profundos. El camino ya es de alta montaña, con rocas desprendidas en la calzada y a partir de cierta altura empezó a nevar. Fuimos ascendiendo despacio hasta que la roca marrón se transformó en nieve blanca. Como estaba nublado, llegó un momento en que no sabías qué era nube y qué era nieve. La ruta era el único punto de color en una inmensidad blanca. No había diferencia entre el cielo y la tierra.Un poco antes de llegar a Las Leñas visitamos el Pozo de las Animas. Son dos cráteres enormes y profundos en medio de la montaña, que son exactamente iguales y perfectamente redondos, como si fuera un 8. Están llenos de agua verde y son un accidente natural muy curioso y raro que recibe el nombre de Dolina.Y más tarde sí llegamos a Las Leñas. Si bien no había tormenta, la nevada era bastante abundante. Allí dimos rienda suelta a toda nuestra infantilidad escondida. Para que se den una idea, la única vez que habíamos tenido nieve cerca había sido en Córdoba y apenas cubría unos centímetros el suelo, creo que en las altas cumbres fue donde encontramos unos 20 cm.Acá la nieve nos llegaba más arriba de las rodillas y en algunos lados hasta la cintura. Creo que ni siendo chiquitos de 8 años nos habríamos divertido tanto; nos tirábamos de cabeza, nos arrojábamos bolas de nieve, nos poníamos nieve en el cuello, hacíamos luchas y nos tirábamos unos a otros en la nieve, hacíamos pelotas y las comíamos, nos metíamos nieve dentro de la ropa. En fin, todas las pavadas que se puedan imaginar, las hicimos.Con mucho pesar y dando muchas vueltas, nos volvimos porque seguía cayendo nieve y queríamos bajar antes de que se hiciera de noche. Nos despedimos de la montaña y de la nieve, húmedos, morados de frío pero con el corazón caliente de felicidad.Al otro día nos levantamos más tarde, como a las 9 y tras desarmar el campamento y cocinar el almuerzo, cumplimos con otra tradición, la de jugar un partido de fútbol de aunque sea 10 minutos en cada lugar donde acampamos. Luego de almorzar emprendimos el regreso para llegar a las 11:30 a Buenos Aires.
Hermoso el relato del viaje y muy poético. Una observación de tipo geográfica: los cerros que viste en el Cañón del Atuel distan mucho de ser la precordillera, que de hecho en esta zona de Mendoza no se disitingue de la cordillera, esos cerros pertenecen al sistema de Sierra Pintada (o de Los Terneros). Con la cordillera te encontrás cien kilómetros mas al oeste, al llegar al Sosneado. De hecho El Nihuil tampoco está en la cordillera y mucho menos en medio de la montaña ya que es un embalse de llanura.
l camino para llegar es muy sinuoso,pero al llegar allí; oh! sorpresa había una población, mejor dicho había muchas casa construidas arquitectónicamentes similares,cada una de ellas tiene bajada de lanchas al lago.Fué en el mes de octubre. pero hizo tanto calor que nos irritó la piel,no llevamos protedtor solar y el sol quemaba bastante.Fuimos toda la familia,(papa,mama,andres y pato).Un beso.