2 conversaciones. Viendo del 1 al 2 1
ESQUINA DE GUARDIA, COBRES Y CERRO NEGRODespués de haber descansado y habernos repuesto de la agotadora jornada del día anterior, nos pusimos nuevamente en marcha. Salimos temprano rumbo a nuestra siguiente escuelita, en el paraje Esquina de Guardia. No crean que por aquí los caminos serían mejores. No, de ninguna manera…la misma aridez, el mismo viento implacable, el aire acre y salobre por la proximidad de los enormes salares…y la misma soledad…Solo nosotros en la inmensidad de la Puna…De tanto en tanto nos cru-zábamos con algunas cabritas, rebaños de vicuñas y llamas, que le daban un toque pintoresco al agreste paisajeY así llegamos a la escuelita de Esquina de Guardia. Nos recibió Marcos Rodríguez, el maestro a cargo, ya que como en las otras esuelas, los directores estaban reunidos en Salta. Tienen 31 alumnos y un número de ellos se albergan allí durante la semana. Como en las otras escuelas, se proveen de electricidad con paneles solares; nos sorprendió muchísimo lo común que es en toda esa región la utilización de estos paneles.Tienen maestros de plástica, inglés, y educación física. Catequesis con dos religiosas que van cada tres semanas y se quedan cuatro días. También les enseñan tejidos, ya que es común la actividad como salida laboral. Y tienen también un magnífico invernadero. Bajo nivel, con paredes de adobe y techo transparente, que permite el paso de los rayos solares.Necesitan: libros de estudio, enciclopedias, bibliografía para los docentes, zapatillas (26 al 40), medias, ropa, semillas, cacerolas.Marcos, el maestro, nos pidió que lo pasáramos a buscar para llevarlo hasta San Antonio de los Cobres, cuando regresáramos de las otras dos escuelas que debíamos visitar, ya que tenía que ir a Salta y de lo contrario tendría que largarse a caminar. Allí no hay otra posibilidad, si no tienen un auto. Así convinimos y nos dirigimos a Cobres. Mirando el mapa…allí termina el camino. Es extraño llegar a un lugar que es el final de un camino…Tampoco allí estaba el director. En su lugar la docente Teresa Urbano.Delante de la puerta de entrada, nos encontramos con un extraño artefacto de considerables dimensio-nes. Plateada y brillante, su cóncava superficie reflejaba los fuertes rayos del sol de ese cielo sin nubes de la Puna. Sorprendidos y curiosos preguntamos que era eso…Una cocina solar, nos respondió sonriendo la maestra, experta en esas alternativas que idea el ingenio del hombre, cuando no se puede utilizar todo lo que en forma cotidiana tenemos a nuestro alcance…la electricidad, el gas, el agua corriente…. Y con los paneles solares generan la energía que les permite tener luz…una computado-ra y un video reproductor, para ver películas educativas y también recreativas.Tienen 61 alumnos, y como en todas las demás, también albergados. Clases de inglés, plástica y educación física.Necesitan: Ropa, calzado, lápices y lapiceras, material para manualidades, revistas, diarios y videos.Y aunque no lo mencione siempre…no nos olvidemos de los juguetes y golosinas. Ninguno de todos esos chicos tiene un kiosco en la esquina, ni vidrieras donde elegir una muñeca.Nos despedimos entre besos, abrazos y manitos que nos saludaban, mientras nos alejábamos una vez más con la garganta cerrada, y sin poder hablar.Otra vez en el camino, hacia la última meta de ese día. Cerro Negro. Allá llegamos, y Alfonso Martinez, junto a su esposa Victoria, maestra de grado también, nos recibieron sorprendidos de nuestra visita, pero como todos los demás, reconociéndonos a través de la mención de la Red Solidaria Escuelitas Salteñas. Tienen allí 58 alumnos, 28 de los cuales son albergados. Disponen de paneles solares para luz y artefactos, pero no tienen computadora, ni máquina de escribir, pero esto último va a ser remediado en breve, ya que le enviaremos una, marca Remington, en perfectas condiciones, que habían donado un tiempo atrás Nora y Mariana. Los niños estaban siendo revisados por un médico que concurre una vez por semana.Aquí necesitan: Libros, manuales, vajilla, alimentos, papel para borrador (pueden servir las hojas usadas de computación), pintura para pizarrón. El profesor de Educación Física nos comentó que necesitaría, para las varias escuelas de la zona a las que concurre alternadamente, pelotas de fútbol, voley, rugby, básquet (como mínimo 3 de cada una, para dejar en cada escuela), conos (8 de 60 cm.), sogas( de 10 mts.), colchonetas, redes.Nos despedimos y emprendimos el regreso, desviándonos de nuestro camino para pasar a buscar por la escuela de Esquina de Guardia, a Marcos el maestro. Allí, aunque ya bien avanzado el mediodía, almorzamos con nuestros consabidos sándwiches, pero esta vez muy cómodamente sentados en la cocinita de la escuela, y protegidos del viento que permanentemente sopla en todos los rincones de la Puna.Partimos luego, con la camioneta repleta de pasajeros, ya que en la doble cabina íbamos nosotros cuatro, Julio César Herrera, el gendarme que nos acompañaba, y Ariel Cardona, el chofer, quienes compartieron con nosotros cada una de las emociones vividas en “nuestras escuelitas salteñas”.Atrás en la caja, Marcos, y unos lugareños que con una respetable cantidad de bultos se dirigían a San Antonio de los Cobres.Allí llegamos por fin, rendidos, pero con el corazón lleno de todo el afecto que nos dieron todos esos chicos y maestros. Y enriquecidos por el conocimiento, ahora más real, de las necesidades que tienen en esos lugares tan apartados de todo, pero sabiendo que de algún modo, con ganas, con amor, y con solidaridad, podemos mitigar en algo su soledad, estando todo lo cerca de ellos que podamos, aunque estemos lejos y brindándole la ayuda de todos nosotros Silvia Sacchiero