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Acabamos de regresar de Traslasierra donde vivimos diez días de ensueño. Pensábamos establecernos en Mina Clavero pero finalmente nos decidimos por Nono. Armamos la carpa en el camping El Vado, al lado del río y frente a los Nonos, por lo que todas las mañanas íbamos a tomar mates a la extensa playa y disfrutar de una paz, un silencio y un paisaje totalmente increíbles. Nos cansamos de cruzar el río de un lado para otro, inclusive recorrimos centenares de metros dentro del curso de agua ya que en su parte más profunda apenas nos llegaba a la cintura. Fue una aventura seguir el río en dirección al Dique La Viña (aunque no llegamos) durante una tarde, parando a cada rato para mirar un rincón, una piedra, un arbusto. En otra ocasión cruzamos el vado y tomamos el camino que va hacia Ojo de Agua, luego de caminar una hora nos encontramos conque estábamos en la cima de una sierra y desde allí se veía todo el valle, una vista espectacular, con la capilla de Nono, blanca con su techo rojo, en el centro del panorama.Por supuesto, visitamos el Museo Rocsen. Una colección gigante de objetos de lo más variados: arqueología, mineralogía, insectos, aves, arte, religión, tecnología, historia, vehículos, música, todo lo que tiene relación con el Hombre está resumido allí. Del Rocsen al balneario Paso de las Tropas hay solo un paso (en realidad varios pasos, porque fuimos caminando) y vale la pena caminarlo: un lugar enclavado en la sierra, un río encajonado, con agua fría pero no tanto, hoyas para nadar. Hay que conocerlo... Otro balneario parecido pero más chiquito aunque más cerca del pueblo es Los Remansos, donde el Río Chico recibe al Arroyo de los Sanjuaninos. Cualquiera de estos lugares es una invitación a la aventura, dan ganas de subirse a cada piedra y seguir caminando para ver qué hay más allá.Quien busque una combinación de tranquilidad, paisajes y mucho para caminar, que vaya a Nono.