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Nuevamente a madrugar, un poco de agua caliente para despejar la escarcha del parabrisa y de la luneta y a emprender el camino hacia la Quebrada de Humahuaca, no sin antes disfrutar el exquisito desayuno en “Rincón del Valle” en Jujuy. Por RN 9, disfrutando de un trozo de la selva Tucumano Oranense, volvimos a pasar por Yala (1.444 m.s.n.m.); el puente sobre el río Reyes e inmediatamente a nuestra derecha, Lozano (La Posta de Lozano) a 18 km. (1.575 m.s.n.m.), León a 19 km. (1.570 m.s.n.m.), Barcena a 20 km. (1.583 m.s.n.m.), a partir del Km. 26 el paisaje es una quebrada entre cadenas montañosas policromáticas. Comienza aquí una espectacular herida en la tierra que ofrece paisajes sencillamente fantásticos. Una postal tras otra. Mas adelante Volcan a 40 km. (1.635 m.s.n.m.), Tumbaya a 49 km. (2.084 m.s.n.m.) con sus 200 hab., se destaca por su hermosa e histórica iglesia que data de 1796, habiendo hecho unos 60 km. por RN 9 aparece un cruce con la RN 52 que lleva al Paso de Jama que nos une a Chile, a solo 4 km. de allí se encuentra Purmamarca (del quechua, purma = desierto y marca = región) a 2.192 m.s.n.m., fundada en 1594 y donde nos fotografiamos en una callecita con el telón de fondo a su imperdible Cº de los Siete Colores. Hay un circuito muy corto que circunda el pueblo llamado De Los Colorados. En su “Plaza” cohabitan innumerables y coloridos puestos de artesanías y bares frente a ella. La Iglesia es de 1648 y a su lado un algarrobo varias veces centenario en una terraza de piedras. Continuando por RN 52, aparecen dos hermosos hoteles, “La Comarca” y “Manantial del Silencio”, subimos por media hora por la majestuosa Cuesta de Lipán, que nos resulto tan bella como los “Caracoles” de Chile, esto en dirección al Paso de Jama Regresamos y, de vuelta a la RN 9, pasamos por Hornillos (2.274 m.s.n.m. y a 73 km. de Jujuy), luego aparece Maimara (2.383 m.s.n.m.), en quechua “campo de estrellas” en plena y mística Quebrada de Humahuaca, con sus cerros multicolores, donde se vislumbra el cementerio de altura con bóvedas de curiosa arquitectura junto a la ruta. A un costado el Río Grande con su lecho de invierno, seco y pedregoso, acompaña nuestro recorrido, en esta quebrada de más de 150 km. de extensión, cuyo eje es la RN 9.8 km. más y se arriba a Tilcara (2.461 m.s.n.m.). Mas adelante ya a 100 km. de Jujuy se encuentra Huacalera (2.641 m.s.n.m.) antes del cual, a la izquierda y señalado por un monolito de color blanco con un sol pintado en amarillo, nos indica que por allí pasa la imaginaria línea del Trópico de Capricornio. En ese sitio, en los medio días cercanos al 21 de junio y 21 de diciembre la sombra cae en forma matemáticamente perpendicular.A 20 km. Uquía (2.871 m.s.n.m.), con su bonita iglesia sobre la misma ruta, a la que adornan en su interior típicas pinturas cuzqueñas, los mal llamados “Angeles Arcabuceros” y un interior de madera tallada y bañada en oro. 6 km. más allá Humahuaca (2.939 m.s.n.m.). Siguiendo, siempre por RN 9, a 26 km. se encuentra el cruce de RN. 9 y RP 13 dónde se lee: Iruya 54 km., descendiendo, a nuestra derecha iniciamos un camino que a 8 km. nos lleva hasta la Estación Iturbe (FCNGB) aún en la provincia de Jujuy, luego, en el ascenso, habremos cruzado unos seis o siete arroyitos con sus aguas parcialmente escarchadas. Por momentos el andar se hace muy lento, siempre por ripio se llega al paraje Chaupi Rodeo y más tarde a Abra del Condor a 4.000 m.s.n.m., límite con Salta, en las Sierras de Santa Victoria. Desde allí y a lo largo de 21 km. por un bellísimo paisaje, con camino de cornisa, comienza un descenso de 1.220 mts., para llegar a los 2.780 m.s.n.m. del plato fuerte de este circuito, Iruya en la provincia de Salta. En este descenso nos sumergimos en la variedad más insólita de colores, distintas gamas de verdes, morados y violetas, pasando por amarillos y azules. En las elevaciones integradas al paisaje, llamas, cabras y corderos, y la montaña, que en conjunto con las quebradas, ofrecen a la vista, caprichosas y curiosas formas que se desdibujan en el lecho del río Colanzulí, a cuya vera corre el camino.Llegamos pasado el medio día, el estacionamiento frente a su típica Iglesia es para solo unos diez vehículos, por sus calles se transita a pie, son en subida y empedradas, angostas, sin veredas, casi apretadas por sus viejos caseríos de adobe. Almorzamos en un bar que no es mas que una casa de familia con mesitas y manteles en su estar. Con gente, simple y sencilla, que dibuja en sus rostros una suerte de pedido de permiso o perdón por solo atenderte. Con sus tradiciones intactas por más de 250 años, su Iglesia varias veces remodelada, con su techo de color azul parece sacada de otra postal. El primer domingo de cada octubre se venera aquí, a la Virgen del Rosario.Iruya, del quechua “lugar de pastos altos”, está escondida, al pié de la montaña, rodeada por los ríos Colanzulí y Milmahuasi. Es muy popular la Fiesta de la Pachamama (Tierra Madre) que se realiza los 1 de agosto, en donde se entremezclan ritos ancestrales y occidentales, lo religioso con lo pagano.En dirección a Las Higueras por caminos de difícil acceso, que hacen las veces de severos guardianes, a unos 7 km., se hallan construcciones precolombinas semi-subterráneas, así preparadas a modo de protección, frente a la dureza y rigor del clima. Se trata de las Ruinas de Titiconte solo franqueables, en parte, con vehículos 4 x 4 y el resto a pié o en cabalgata.Es la hora del regreso, los primeros 21 km., se hacen largos, el subir es muy lento, en Abra del Cóndor, (abra: angosto paso de altura), un furioso viento me arrebató el sombrero. Lo recuperé 200 mts. abajo, corriendo y sentí el duro rigor de la “hipoxia”, producida por la menor cantidad de oxígeno y mayor presión atmosférica. Los restantes 33 km. se transitan, ahora en bajada mas rápidamente hasta la RN 9. Allí y hacia el norte, nos separan 65 km. de Abra Pampa ( surgida por la llegada del ferrocarril fue llamada la “siberia argentina”) y otros 75 km. de La Quiaca, transitando la plenitud del altiplano.En esta región, salvo en las noches de verano, las heladas hacen imposible la agricultura, por ello sus habitantes se refugian en la cría de llamas, ovejas, cabras y muy pocas vacas.Estos 140 km. se hacen naturalmente subiendo por la soledad agreste de la Puna, el pavimento está en muy buen estado y alrededor de las 18,00 hs. una vez en La Quiaca giramos hacia el este, por RP 5 y a 16 km. tras superar los pintorescos Cº Ocho Hermanos, por el viejo camino del Alto Perú, llegamos a Yavi, un poblado de chocolate de principios del Siglo XV, con amplias calles de tierra y caseríos de adobe y paja, una postal de otro tiempo en el agreste paisaje puneño.A su vera, el Río Yavi, surcando entre sauces secos que reviven con las lluvias estivales.Patrimonio de la Puna, una gran amplitud térmica, dónde el sol lastima durante el día y el viento helado rasguña durante las noches, allí silente y solitaria, tímida y sonrojada, sobrevive Yavi.En una esquina un rebaño de ovejas atraviesa el poblado. Su pastor camina con la ayuda y sostén de un largo palo. Es increíble. Enseguida, una mujer con su típica y colorida vestimenta “coya”, absolutamente desapurada, cruza la calle con su mirada baja y perdida, camino a la Iglesia San Antonio de Asís.Solo un domingo por mes hay misa de 11 hs., sus puertas seguramente estarán cerradas, pero allí aparecerá Dna. Lidia de Quarta dispuesta a abrirlas al parroquiano o al turista interesado.A su lado una vieja y enorme construcción La Casona del Marques, que perteneció al Marques de Soto y Yavi (Juan José Campero), el único marquesado que habitó las tierras de este lado del Plata, es el otro icono de este antiguo, homogéneo y pintoresco poblado del ayer, porfiadamente olvidado en el desierto.El ferrocarril, paradójicamente, la arrastró primero al letargo, después a una interminable decadencia. Antiguamente con mas habitantes que Jujuy, Yavi era el camino obligado del comercio de oro y plata que bajaba del Potosí hacia los puertos del Río de la Plata. Hoy, en medio de la árida planicie puneña, coexisten, un pequeño puñado de habitantes y un montón de duendes de ese ayer. El sol comienza a caer y volvemos a La Quiaca.