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Si bien he nacido en Goya, me fui a vivir a Rosario de muy chico.Hacía muchos años que no la visitaba (unos quince, creo).Llegué temprano, una tarde de julio. Como toda ciudad del litoral que se precie de tal, la siesta dominaba la escena. Ello me permitió observarla casi vacía: no nos engañemos, está un poco deteriorada. Entre otras edificaciones antiguas, está la Catedral en la plaza, que con sus hermosas columnas, está pidiendo a gritos una restauración. Sin embargo, su costanera está muy bien cuidada y por toda la ciudad sobresalen algunos chalets muy bonitos.Me llevé una grata sorpresa al ver el lugar que había reservado para pasar la noche: se llama 'La Posada del Sauce'. Es una hermosísima casa de campo a la vera del riacho, con poquitas pero equipadísimas habitaciones, un hermoso parque, atendida por sus dueños y lugar de parada de muchos extranjeros, por lo que pude leer de su libro de visitas. Nos brindaron una excelente atención, amen de un opíparo desayuno que todavía recuerdo. Ya estoy preparando una nueva visita, esta vez para quedarme unos días más y, por qué no, probar suerte y ver si saco algún dorado o un surubí.