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14 de julio de 2005. Después de desayunar bien temprano y saliendo por Av. Mate de Luna para girar a la derecha por RN 339 partimos en dirección a San Pablo, donde ahora, a nuestra derecha volvimos a dejar a un costado al viejo ingenio y continuamos hacia Lules. Allí, nuevamente pasamos junto a la capilla de San José del Monte de Lules, ya en RP 38, un convento jesuítico de alto valor histórico.Siguiendo al sur arribamos a Acheral, el portal de los Valles Calchaquíes y desde allí torciendo al oeste, tomamos la ruta provincial Nº 307 para comenzar a ascender.Primero, entre plantaciones de caña de azúcar, luego el camino es de montaña, sinuoso y con frondosa vegetación, casi una selva que en parte cubre el río Los Sosa, que nos acompaña hasta casi los 2000 m.s.n.m.A poco de andar aparece un mirador, el Monumento al Indio que representa a un chasqui indígena, junto a la ruta de cornisa de la quebrada del río. Esta obra es del escultor tucumano Juan Carlos Iramain, el mismo del cristo del Cerro San Javier. Comienzan a aparecer los puestos de ventas de artesanías que se sucederán durante todo el día. Una vegetación incomparable, selva tropical, bosque de altura con flores que varían según la estación son parte del escenario. A un costado, siempre el río Los Sosas con sus rápidos y cascadas.Mas adelante llegamos al Valle de Tafí, donde a nuestra derecha ingresamos a la localidad de El Mollar, allí visitamos el Parque de Los Menhires o Piedras Largas, que reúne un conjunto de monumentos de piedra pertenecientes a antiguas civilizaciones de la América prehispánica. Se encuentran agrupados en “La Sala”, en el centro de la villa, frente a la Plaza.A 95 km. de Tucumán y a 2060 m.s.n.m., ésta villa veraniega, El Mollar, se ubica en el faldeo del Nuñorco. Prolijo y cuidado, su principal característica está dada por un terreno accidentado y lo empinado de sus calles pavimentadas, bordeadas de sauces y álamos.De regreso a la ruta, lo hacemos a orillas del Dique La Angostura que fue construido en una inmensa depresión del Valle La Angostura, desde aquí se puede ver gran parte del imponente valle, en el que cambia el verde anterior por una vegetación de tipo agreste, xerófila y baja. Desaparece el multifacético verdor anterior para dar paso otro escenario no menos bello.Mas allá, Tafí del Valle en un magnífico valle cercado de cumbres se ubica a algo mas de 120 km. de la ciudad de Tucumán y a 1.976 m.s.n.m.. Continuando por la ruta 307, aparecen vestigios de la cultura Tafí, en la reserva arqueológica La Bolsa. En los 3.042 m.s.n.m. se llega al Infiernillo (Abra del Infiernillo), abra histórica por dónde pasó el primer español camino al llano. Los chicos tuvieron su primer contacto con llamas que por unos pocos centavos se alquilan para unas fotos. Desde aquí se divisa el valle en su amplitud, dominado por el Cº Nuñorco. Es el punto más alto del camino y nos detuvimos porque apareció otro interesante puesto de artesanías. A partir de aquí el serpenteo del camino desciende entre rocas quebradas hacia el árido y agreste paisaje del Valle Calchaquí, dónde el principal protagonista es el cardón.Es así que se ingresa a la imponente Cuesta de Los Cardones con homónimos de gran envergadura. Algunos superan los 6 mts. de altura y permiten imaginar extrañas figuras, algunas con cargado erotismo.Luego el Valle Yukavil y Ampipampa dónde se alza un observatorio astronómico.Cruzando este pequeño poblado descubrimos un artesano en tejidos de telares, Hugo Astorga, que junto a su esposa Marta nos recibieron como a amigos y nos permitieron curiosear.Por plácidos parajes y en franco descenso llegamos a Amaichá del Valle, dónde sobrevive la única comunidad indígena del noroeste. Es célebre la única fiesta verdaderamente autóctona, con cantos de bagualas, copleros y exposición de productos artesanales, la Fiesta de la Pachamama (Madre Tierra), allí se elige a la mujer mas anciana de la zona, quien desfila con su séquito ofreciendo los frutos de la cosecha a los asistentes. Al ingreso se encuentra el Complejo de Museos Pachamama, importante obra en piedra.Atrás, a un costado quedó el poblado Los Zazos con casas alineadas a la vera de una calle que sube hasta perderse en las cercanías del río Amaichá. Vale la pena detenerse y recorrer una senda que lleva a “El Remate”, una gigantesca grieta de rocsa.Continuando la ruta entre montes de algarrobos y cactus y tras 14 km. superamos el río Santa Marta y tomamos la ruta 40 (que con sus 4.667 km. recorre el territorio del país de norte a sur) para luego retomar brevemente y por 5 km. la 307 y al pie del Cº Alto del Rey, arribar a donde se levantan las antiquísimas ruinas de los indios Quilmes a 1.978 m.s.n.m. Fue un poblado calchaquí desde el 800 d.c. verdadero bastión ante el avance español que luchó por mas de un siglo hasta ser doblegado en 1666. Es el testimonio mudo de una cultura de grandeza que prefirió el exterminio a la esclavitud. Los últimos sobrevivientes fueron deportados al sur de Buenos Aires.Hoy las cerámicas y las artesanías parecen ser el sustento válido de sus moradores, allí y al pié de las Ruinas, hay un Museo con piezas halladas en el sitio y un muy recomendable Restaurante ambientado, confortable y barato. Como las ruinas se encuentran en terrazas, el esfuerzo de subir se compensa con la cantidad de trozos de cerámicas pintadas que se hallan en el suelo listas al pisoteo. Franco y Nicolás regresaron con una bolsa llena de recuerdos.Enseguida volvimos a la ruta 40, el paisaje de las Sierras de Quilmes al oeste y el cordón Calchaquí al este son el marco natural del amplio valle. Tras dejar a un lado el caserío de El Bañado aparece para ser cruzado en su centro por la ruta Colalao del Valle a 1815 m.s.n.m., cuyos antiguos pobladores siguieron la suerte de sus vecinos de Quilmes.En seguida Tolombon con las primeras vides y restos de cultura prehispánica diaguíta, en el centro del valle Santa María a orillas del Cerro El Cajón. 13 km. mas allá, Cafayate. (En quechua “Cajón de Agua” y en Kakán “Pueblo que tiene todo”. Con una población de mas de 10.000 hab. se encuentra a 1683 m.s.n.m.Lo primero que vimos, a nuestra derecha fue la reconocidísima Bodega Etchart, y siendo alrededor de las 16,30 hs, descendimos y entramos en el mismísimo momento que a un grupo de visitantes le ofrecían la degustación de sus vinos.Encaramos al popular torrontés Etchart Privado y convenimos con Cecilia que la bienvenida no pudo ser mejor.Mas tarde luego de dejar los bártulos, recorrimos la Plaza, la Catedral y el Mercado de Artesanías. A pocos metros visitamos la exposición de Tapices Nanni, allí la hermana del reconocido artesano nos mostró los mismos, que cotizan a razón de $ 10.000 a $ 15.000 cada uno. Deliberamos, tragamos saliba y, unánimemente resolvimos, esta vez, no comprar.Un reparador baño y avisados de que para ingresar al Restaurante El Rancho (frente a la plaza) era necesario estar en la cola no mas allá de las 20,30 hs., a esa hora allí estábamos y conseguimos la última mesa para cinco comensales.Típica parrilla de pueblo, con una cálida estufa hogar en el centro del salón, justo a nuestro lado, y a disfrutar del torrontés más famoso del mundo, buena carne y la exquisitez musical de un hombre casi ciego por una maldita diabetes, Raul Quiquinto, con su poncho su voz y su guitarra. Si esto no es Cafayate …….!