Es la segunda isla más grande de América del Sur con tan sólo cinco islas sin habitar de las cuarenta que la conforman. El paisaje natural se conserva casi en su totalidad sin intervención del hombre como la que se conserva en el Parque Nacional Chiloé, el cual combina con un escenario cultural de gran riqueza mítica y costumbrista. La arquitectura, por su parte, cobra relevancia por sus “palafitos” (características construcciones en madera) y por la influencia religiosa de los siglos XVIII y XIX en capillas e iglesias, reconocidas como patrimonio por la UNESCO. El destino ofrece a los visitantes además posibilidades de practicar el agroturismo y una exquisita gastronomía marina y de cazuelas y asados de cerdo, cordero y vacuno